¿Es bueno ser muy autocrítico?
La autocrítica nos ayuda a ser conscientes de nuestros propios errores o aspectos mejorables. No obstante, puede llegar a ser patológica si nunca estamos conformes con lo que hacemos y nos limitamos a juzgarnos y culpabilizarnos
La autocrítica la podemos definir como la valoración que hacemos sobre cada cosa que decimos o hacemos, que nos ayuda a ser conscientes de nuestros propios errores o de aquellos aspectos que podríamos mejorar. Con ella, tenemos la posibilidad de conocer nuestros puntos débiles y actuar en consecuencia, fomentando así nuestro crecimiento personal. Sin embargo, la autocrítica no siempre es positiva y es, entonces, cuando hablamos de su carácter desadaptativo
La autocrítica desadaptativa surge cuando las personas, continuamente, juzgan cada cosa que hacen, sintiendo que nada es lo suficientemente bueno. Esto, como es de esperar, conlleva una valoración negativa, dando lugar a sentimientos recurrentes de culpabilidad. Por tanto, no se trata de una crítica, que tenga por objetivo mejorar sino de un reproche constante y destructivo hacia el propio individuo.
Basándonos en lo dicho, podemos indicar que estas personas se caracterizan por:
- Focalizar la atención en lo negativo: es común, que no tengan en cuenta el esfuerzo ni los buenos resultados de cada cosa que hacen. Es más, suelen hacer generalizaciones y aferrarse a aquello que no les ha gustado por mínimo que nos pueda parecer, obteniendo como resultado una disconformidad con lo realizado.
- Ser perfeccionistas: originando unas expectativas muy altas e, incluso, irrealistas sobre lo que estaría bien o mal y generando elevados niveles de estrés y ansiedad, que acabarían repercutiendo en su rendimiento. Se trata, por tanto, de personas que tienen dificultades para comprender que el mero hecho de no hacer las cosas perfectas, no implica que no estén bien ni que no sean igual de válidas.
- Tener baja autoestima: generalmente, son personas que tienen baja confianza en sí mismas, es decir, poca seguridad en su capacidad de hacer frente a cualquier situación por sí solas lo cual se relaciona inversamente con la autoestima y el sentimiento de valía.
- Tener un modelo en el entorno: muchas veces, sin darnos cuenta, imitamos y/o adquirimos la manera de actuar de las personas más próximas, ya sea en relación a cosas banales como doblar la ropa; o, bien, respecto a otras cuestiones como podría ser el caso de la gestión y afrontamiento de emociones y situaciones. Esto es: si en nuestro entorno contamos con una persona que tiende a actuar de manera excesivamente crítica, es posible que nosotros tengamos cierta tendencia a actuar de la misma manera.