¿Por qué son tan importantes nuestros pensamientos?
Los pensamientos y expectativas, que tenemos sobre nosotros mismos, determinan nuestra manera de actuar e interfieren directamente tanto en nuestro autoconcepto como en nuestra autoestima
Con frecuencia, desde que somos muy pequeños, nos vemos envueltos en comentarios y expectativas de la mano de las personas de nuestro entorno sobre cómo seremos o qué haremos. Todos ellos relativos a gustos, forma de ser e, incluso, a nuestra carrera profesional.
A medida que vamos creciendo, esas creencias se fusionan con las propias y, en consecuencia, condicionan cada conducta o actitud a lo largo de nuestra vida, orientándonos a seleccionar y/o aceptar aquellas ideas acordes a lo que pensamos o se espera de nosotros. Dicho esto, podemos diferenciar entre dos conceptos que, aunque se relacionan entre sí, difieren en algunos aspectos:
- Efecto Pigmalión: hace referencia a los pensamientos que podemos tener acerca de otra persona que, sin darnos cuenta, promueven que actúe como se espera de ella o, bien, asuma la creencia que se tiene sobre ella. Por ejemplo, si una madre considera torpe a su hijo y, constantemente, se lo hace saber directa o indirectamente, el niño terminará asumiendo esa condición y, por tanto, es de esperar que, entre otras cosas, deje de esmerarse en los estudios, argumentando que no tiene sentido esforzarse si es torpe. Por el contrario, si una madre piensa que su hijo es muy avispado, ese pensamiento se verá reflejado positivamente en la actitud del niño, ya que es posible que éste se encuentre más motivado al estudio al considerar que puede con ello sin dificultad.
- Profecía autocumplida: alude a los pensamientos que tenemos sobre nosotros mismos, que de manera similar al caso anterior, condicionan lo que hacemos y acaban confirmando nuestras creencias. Siguiendo con el ejemplo anterior, si un niño piensa que es torpe, hace un examen y suspende, una vez más, corroborará y reforzará su creencia. En contraposición, si un niño confía en que podrá desenvolverse sin dificultad en un examen, es más probable que obtenga una buena calificación.
Partiendo de lo expuesto con anterioridad, resulta fundamental tomar conciencia de la implicación que pueden tener los pensamientos y expectativas tanto en la propia conducta como en la de las personas que nos rodean. Del mismo modo, es necesario señalar la repercusión que tienen en el autoconcepto y autoestima, especialmente, en el caso de los niños y adolescentes, que resultan ser más permeables.